Motivacion y exito
ARTURO MERCADO
LA PACIENCIA Y EL EXITO
‘El día que plantas la semilla no es el mismo día que comes el fruto. Así que paciencia, todo tiene su tiempo.’’
La paciencia, destilada a su mas mínimo común denominador se refiere al control maestro de nuestras emociones. Como lo menciona el Tao: ‘Controlar a otros es fuerza, controlarse a si mismo es el verdadero poder.’ Ser paciente significa respetar los procesos de las cosas. Entender que todo tiene su tiempo… y todo pasa por algo, y si algo no pasa .. es por algo.
La madurez, que nace de la paciencia, es entender aquello que podemos controlar y distinguir lo que está fuera de nuestro dominio. La madurez no es mucho de edad, sino de temple adquirido con experiencia (errores) o buenos maestros (filosofías) .. y se desarrolla con la fuerza de voluntad. El evitar la irritación y la ira cuando no salen las cosas como las queremos se vuelve característico de alguien maduro y paciente. Se ilustra en la frase de cierta canción de los Rolling Stones . ‘A veces la vida no nos da lo que queremos sino lo que necesitamos.’ Madurez es adaptarse a lo que nos arroje el destino; si nos da limones hacemos limonada.
Ser paciente se refiere a controlar al niño interior que lo quiere todo inmediatamente, a mantener en orden a nuestro joven imprudente que quiere todo sin esfuerzo; a dejar nacer a nuestro individuo maduro interno que todo lo toma con serenidad y decide lo mas adecuado después de un frío análisis.
Manejar la paciencia como herramienta diaria nos enseña que los esfuerzos pequeños y constantes terminan logrando hasta la más difícil de las encomiendas. Como la gota de agua que a través del tiempo parte la roca. Como el hacha que con impulsos constantes derriba el gran árbol.
Así, alguien paciente desarrolla su temple, su capacidad de observar antes de actuar, de analizar una situación y determinar la acción más prudente tomando en cuenta las circunstancias para tomar las decisiones más adecuadas.
En conclusión; En la vida ser paciente rinde dividendos. Y ser impaciente puede traer consecuencias catastróficas. Por ende es de suma importancia desarrollar esta valiosa característica en nosotros mismos. Recordar que a las personas pacientes les llegan los mayores beneficios .. Y nunca olvidando que hay que ir despacio porque tenemos prisa ..
¡Abrazo fuerte!
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LA PRUDENCIA
ARTURO MERCADO
Cuenta una antigua fábula china que existió una vez un hombre quien perdió su hacha.
E inmediatamente sospechó del hijo de su vecino.
Observó detalladamente la manera de caminar del muchacho - exactamente como un ladrón.
Examinó minuciosamente la expresión del joven – idéntica a la de un ladrón. Espió su forma de hablar – igual a la de un ladrón.
En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable del hurto.
Pero más tarde, el hombre encontró su hacha en el bosque donde la había olvidado la noche anterior.
Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho le parecían muy diferentes a las de un ladrón.
(Lie Zi)
Una de las moralejas de esta fábula es que por lo general siempre estamos juzgando y etiquetando a las personas que nos rodean. Somos rápidos para echarle la culpa a cualquiera de lo que nos pasa, y a veces acusamos y reclamamos equivocadamente sin analizar bien las circunstancias.
Casi siempre todos menos nosotros tenemos la culpa de nuestros problemas (desde la vecina hasta el gobierno), y todos los que nos rodean tienen que ser buenos, malos, pobres, ricos, inteligentes, lentos, bonitos, feos, etc.; siendo que la mayoría de las veces no tenemos toda la información completa para juzgar adecuadamente a nadie, y todos somos diferentes conforme a las circunstancias que nos encontramos (ejemplo alguien puede ser serio con su familia, pero muy abierto con sus amigos íntimos, igual bajo estrés todos nos transformamos negativamente).
Pensamos que entendemos el mundo de acuerdo a nuestros paradigmas (creencias y experiencias de vida), sin embargo, las cosas no siempre son como parecen, no siempre tenemos la razón, y cada persona es un universo. Y lo que vemos de cerca aún en nuestros familiares más íntimos, es sólo una mínima parte de la esencia y belleza interna de cualquier individuo.
Y el problema principal se deriva en que nuestros juicios internos determinan nuestras acciones externas, y éstas; a veces carecen de Prudencia.
La prudencia es un concepto muy antiguo que ha existido en la vida del hombre civilizado en muchas culturas. Los antiguos romanos tenían una diosa llamada Prudentia que los guiaba e inspiraba en su vida diaria y era enaltecida por sus grandes políticos como Cicerón, quienes la usaban como fundamento de su sistema de gobierno. Prudentia era la diosa romana del autocontrol y de ‘ver antes de saltar’.
En las esculturas de su imagen tiene en sus manos un espejo (que representa el verse a sí mismo antes de juzgar a los demás) y una serpiente (que representa la sabiduría y el conocer bien antes de emitir cualquier juicio).
La diosa tiene tres caras: la del pasado (que simboliza aprender de la experiencia), la cara del presente (que significa entender que cualquier situación puede ser diferente y es preciso analizar todo cautelosamente), y la cara del futuro (que representa la ley de causa y efecto que nos dice que todo lo que hagamos bueno o malo se nos regresa). Su mejor amiga y compañera en la mitología romana era la diosa de la Justicia (Justitia).
En la religión Católica la Prudencia se define como ‘la virtud de distinguir lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia’. Es el don intelectual del obrar humano que produce el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento.
Tiene un nivel altísimo de importancia al ser la primera de las cuatro virtudes cardinales que el ser humano piadoso debe poseer (junto con la justicia, la fortaleza y la templanza).
Para Tomás de Aquino igual que Aristóteles la prudencia es la ‘regla recta de la acción’. Y diferentes filosofías antiguas ven a la Prudencia como la jefa de las otras virtudes, que guía al individuo a tomar las mejores decisiones en su trayecto a ser mejor persona.
Básicamente se puede entender la prudencia como la habilidad de gobernarnos y disciplinarnos con el uso de la razón. La prudencia con el tiempo nos da sagacidad (astucia para prever y prevenir las cosas).
Obviamente existen riesgos altísimos de actuar sin prudencia. Nos convertimos en imanes de los accidentes. Y principalmente crecemos inadecuadamente al acelerar los procesos de nuestra maduración (por lo general la imprudencia lleva a errores innecesarios que sólo requieren paciencia y análisis para evitar). Cuando actuamos sin tacto frecuentemente caemos y perdemos oportunidades. Aprendemos con dolor con la irreflexión. Si es que sobrevivimos demasiado una vida imprudente...
Ser prudentes entonces es actuar con cordura en todos nuestros intercambios con los que nos rodean. Es evitar los excesos. Prudencia es nunca menospreciar a nuestros enemigos, y jamás sobreestimar nuestras capacidades. Nunca sobrevalorar lo que sabemos ni subestimar lo que nos falta por aprender. Siempre consientes de nuestras debilidades, con aplomo enfocados en desarrollar nuevas habilidades.
En los deportes (como en la vida) si no se tiene sensatez no se tiene mucho éxito. Una cosa es tener talento y mucha confianza en sí mismo, y otra muy diferente actuar con soberbia desestimando a nuestros oponentes. Un deportista que no se sabe gobernar no llega lejos siendo incapaz de tomar decisiones efectivas que determinan los resultados positivos.
Un atleta que actúa con moderación y mide realísticamente sus capacidades, y se reta a seguir subiendo disciplinadamente sus niveles de rendimiento mediante el entrenamiento inteligente; acumula logros significantes. Un competidor reservado siempre respeta a su rival y está siempre atento con serenidad a los detalles finos que le puedan dar la ventaja.
En la academia SunCity CECAF tratamos de que nuestros alumnos tengan buen sentido en su accionar dentro y fuera de la cancha. Los instruimos a que evalúen sus decisiones en contra de los resultados y ajusten lo necesario para apuntalar siempre hacia enfrente. En la competencia se le instruye al alumno a medir al rival contra sus propias capacidades, y aprender siempre de las adversidades. Buscamos la mejoría continua a través del crecimiento prudente.
En resumen, actuar prudentemente es el primer paso a ser completamente responsables de nuestras acciones y entrar a un proceso de crecimiento continuo. Es vivir orientados a la felicidad, actuando justa, adecuada y moderadamente.
Ser prudente es comunicarse con los demás claramente y con lenguaje propio respetando los sentimientos y libertades de todos sin juzgar a nadie nunca.
Actuar con prudencia por lo general nos evita muchos daños emocionales y/o físicos.
Los invito a colocar a la prudencia como la primera piedra de los fundamentos de su personalidad.
Que los lleve a enfocarse en sus objetivos de vida comprometidos al trabajo disciplinado.
¡Les mando muchos saludos!
¡Y un abrazo fuerte!
¡Mil gracias a nuestros patrocinadores por ayudarnos a servir!
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EL APRENDIZAJE
ARTURO MERCADO
Cuenta una antigua leyenda china que en un pueblo rural vivía un niño con su humilde familia, quien soñaba desde muy pequeño a llegar a convertirse monje Shaolin y dominar el poderoso arte del kung fu.
Un buen día, finalmente Inspirado y lleno de valor se despidió de su familia y empezó la intensa escalada a lo alto de la montaña donde vivían los monjes en el templo de la orden budista; con la misión de pedir posada para iniciarse y entregar su vida a la venerada religión.
Sin embargo, los monjes le negaron la entrada forzándolo a recapacitar su intención. Pensando que era una prueba de su persistencia y paciencia, el niño decidió acampar afuera del templo hasta que lo dejaran entrar.
Pasaron días, semanas, meses, hasta que en una tarde lluviosa y helada el monje maestro se apiado de él y decidió darle cabida para su iniciación. El niño entusiasmado no pudo dormir esa noche pensando en las grandes acrobacias marciales y uso de armas exóticas que comenzaría a aprender al día siguiente.
Cuando se presentó al amanecer frente al maestro, este le pidió que tomara una cubeta grande de madera, bajara al arroyo en la base de la montaña y llenara el recipiente completamente de agua y lo trajera de vuelta al templo.
El niño obedeció, pero batallo muchísimo para subir con la enorme vasija e iba tirando agua en el trayecto hasta llegar a la cima con la cubeta severamente drenada.
El maestro vació el resto del agua al suelo y le pidió que regresara al arroyo, pero esta vez trajera el balde intacto al tope de agua.
Después de mucha concentración y varios intentos y caídas fuertes, el niño logro escalar hacia el templo sin derramar gota alguna del contenedor.
En seguida el maestro le pidió que golpeara con sus palmas la superficie del agua en la cubeta con todas sus fuerzas; y repitiera esto hasta que el agua se salpicara en su totalidad de la vasija.
El niño después de solo algunos intentos sintió sus palmas rojas con ardor, pero aguantándose el dolor logro tras muchos esfuerzos vaciar completamente el agua del recipiente.
‘Muy bien’- dijo el maestro. ‘Ahora vuelve a bajar al arroyo y llena la cubeta de nuevo y regresas al templo a realizar exactamente igual’. Horrorizado el niño se dio cuenta que aquella torturante actividad se repetiría todo el día, hiendo se triste a dormir esa noche pensando que había sido castigado demasiado severamente por tirar el agua en su primer intento.
Al día siguiente le pidieron que hiciera lo mismo, y al siguiente igual, y así pasaron semanas y meses donde solo bajaba al arroyo y escalaba de regreso a lo alto de la montaña balanceando el enorme receptáculo lleno de agua; para una vez arriba vaciarlo a manotazos. El niño frustrado no entendía por qué lo odiaban tanto sus maestros y se cuestionaba si eso era una forma cruel de disciplina quizá para probar su resiliencia. Con lágrimas seguido deseaba abandonar el templo, sin embargo, deteniéndose siempre por la vergüenza de regresar a su pueblo en ridículo. Y en cambio se enfocaba a realizar la monótona actividad cada vez mejor.
Pasado un año, el maestro llamo al jovencito y le dijo que después de tanto esfuerzo le iba a dar unas semanas de descanso para que fuera a visitar a sus familiares, a quienes ya había mandado avisar para que lo esperaran.
Feliz de ver a su familia después de tanto tiempo se encomendó al viaje, siendo interceptado en la entrada de su pueblo con pancartas y celebraciones de sus familiares y amigos en su honor a su retorno. Nadie de su aldea, ni de las ciudades aledañas había sido jamás aceptado a un templo Shaolin, y se sentían orgullosos de poder compartir el gran honor con el jovencito.
Sus vecinos le adornaron la plaza del pueblo con una enorme mesa de banquete y un ring encordado al centro de todo. Sin embargo, toda la felicidad de las festividades abandono el cuerpo del jovencito al darse cuenta sentado al centro de la mesa principal del banquete, que el ring al frente había sido instalado para que les regalara una demonstración de sus habilidades de kung fu a todo el pueblo expectante.
Este se reusó inmediatamente a la petición de sus vecinos diciendo que estaba muy cansado del viaje, y quizá lo haría en otra ocasión. Sin embargo, los aledaños insistentes no iban a aceptar una respuesta negativa y entusiasmados no paraban de rogarle al aprendiz por una demostración de sus destrezas aprendidas en su estadía con los poderosos monjes misteriosos.
Frustrado el joven empezó a maldecir en su cabeza al maestro que lo había engañado, y en un año no le había ensenado nada de kung fu, y ahora iba a ser humillado frente a su pueblo evidenciando su ignorancia en las artes marciales.
De repente, con lágrimas en los ojos, y una furia interna llego al punto de explotar no pudiéndose contener más, gritando fuerte estremeciendo a todos:
¡No sé nada! ¡No aprendí nada! ¡Déjenme en paz! Mientas enfurecido azotó sus palmas sobre la mesa.
Los habitantes del pueblo reunidos ahí tomaron tiempo en silencio y boquiabiertos azorados por lo que acababan de presenciar.
El joven monje al golpear sus palmas sobre la gigante mesa de madera robusta la había partido en dos.
Una de las enseñanzas de esta historia es el concepto que siempre estamos aprendiendo, aunque no lo sepamos. Todo lo que nos pasa, bueno o malo nos educa, y si ponemos atención objetiva a los resultados de nuestras actividades; podemos guiarnos efectivamente hacia nuestro camino indicado.
Y muchas veces una vida dura de sacrificios, fracasos y desencantos, de malas decisiones y caídas; nos preparan para las turbulencias más intensas y nos hacen fuertes capaces de enfrentar cualquier problema que se nos presente y partirlo en dos.
El aprendizaje se define como ‘la Adquisición del conocimiento de algo por medio del estudio, el ejercicio o la experiencia, en especial los conocimientos necesarios para aprender algún arte u oficio’.
Pero más que nada, el aprender una actitud. Es tener humildemente nuestra mente abierta a nuevas ideas y otras perspectivas diferentes a la nuestra. De aspirar a ser mejores cada día trazándonos objetivos que nos saquen de nuestra zona de confort y nos ayuden a crecer. De no creer que tenemos todas las respuestas ni actuar de una manera prepotente y minimizar a los demás sin valorar sus consejos. Es una filosofía de vida de no juzgar nada ni nadie y empatizar con los que nos rodean y aprender de ellos. No existe una sola persona en este mundo que no sepa algo único que debemos saber todos los demás. De todas las personas podemos aprender algo.
¿Pero, que aprender específicamente para cultivarnos?
Existiendo tanto conocimiento en tantas diversas ramas podemos empezar con la siguiente pregunta: Si tuviéramos todo el dinero que pudiéramos necesitar... ¿Qué actividad benéfica nos gustaría estar haciendo con nuestra vida?
De ahí se empieza a descubrir uno mismo, donde nuestros gustos, capacidades, y el servicio a los demás se entrelazan. De ahí podemos empezar como punto de partida a querer aprender cada día más de nosotros mismos y quizá convertir nuestras actividades de ensueño en oficios que en realidad nos quiten las preocupaciones monetarias.
En este mundo todo se necesita y cuando alguien hace algo bien para beneficio de todos se le regresa con ingresos de acuerdo a la calidad del servicio.
Todos pueden triunfar en la vida si se enfocan y son pacientes, haciendo lo que les encanta y ayudando a los demás.
Una de las mejores formas de aprender de nuestro entorno es a través del conocimiento de la ley universal de causa y efecto, que nos dice que ‘todo lo que nos pasa es por algo’.
Si escuchamos atentamente al universo podemos cambiar los efectos alterando las causas. Lo bueno o malo que nos sucede es gracias a nuestras decisiones, y el proceso de retroalimentación entre lo que nos agrada o beneficia es continuo.
Aprendemos a hacer las cosas mejor. Y aprendemos a evitar situaciones que nos perjudican.
En los deportes (como en la vida) la única forma de evolucionar es aprendiendo. Al momento que se deja de aprender se empieza a retroceder. Todo avanza y se mueve, y solo los que están al ritmo del progreso se mantienen relevantes. Como las olas de mar somos llevados por la evolución de nuestra sociedad y debemos pedalear para mantenernos a flote. Siempre se puede aprender algo nuevo en las cuatro áreas principales a desarrollar en los deportes (táctica, técnica, condición física y fortaleza mental) y siempre se puede aprender más con la práctica y la buena instrucción.
En la academia SunCity CECAF siempre estamos aprendiendo de nuestras experiencias. Derrotas y victorias nos enseñan por igual. Jamás buscamos el resultado más siempre esperando encontrar la lección de vida. Creemos en el concepto que solo la practica perfecta hace la perfección. Trabajamos intenso buscando aprender cada día más. Aprendemos de nuestros alumnos y tratamos de ser cada día más instruidos en todas las áreas. Siempre queremos saber más.
En conclusión, el aprendizaje es un hábito, que tiene que ver con leer, escribir, experimentar, investigar, querer ser mejores. Aprender es vencer el miedo al cambio. Es superarse a sí mismo y cada día aspirar a ser una mejor versión de nuestro ‘yo’ de ayer. Recordando que:
‘Todo lo que la persona es, es gracias a su sabiduría. Todo lo que llega a ser, es de acuerdo a su causa.’
Cuídense muchísimo aprendiendo de todo lo que les rodea para lograr efectivamente sus objetivos.
Con paciencia, perseverancia, y fortaleza mental.
Abrazo fuerte,
Mil gracias a nuestros patrocinadores por ayudarnos a servir,
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LA REFLEXION INTERNA
arturo mercado
Existió una vez un campesino en Sudáfrica; quien cierto día comenzó a oír noticias que otros granjeros de su región estaban descubriendo minas de diamantes haciéndose millonarios, y acumulando grandes riquezas. En seguida se llenó de entusiasmo y apresurado vendió su rancho para ir en busca de las preciosas gemas que atraían tan altos precios en los mercados mundiales.
Sin embargo, después de invertir muchos años buscando las anheladas minas de diamantes sin éxito; se levantó un día desilusionado por sus fracasos y se arrojó a un río para desaparecer para siempre.
Mientras tanto... en el rancho que había vendido; el nuevo dueño cruzaba un arroyo en la propiedad y vislumbró una enorme piedra en el agua que brillaba, la recogió, la admiró, y la llevó a su cabaña donde la puso en la repisa de su chimenea como un curioso adorno.
Semanas después, un visitante le llamó la atención de inmediato la enigmática ‘roca’ y la levantó para examinarla; le preguntó al campesino si sabía que lo era, a lo que éste le respondió que había pensado que era algún tipo de cristal, como muchos más pequeños que se esparcían en el fondo de su arroyo. El viajero al analizar bien el objeto casi se desmayó... al resultar el objeto misterioso uno de los diamantes más grandes encontrados jamás; y la finca que el primer granjero vendió para ir en busca de adamantes, resultó ser uno de los yacimientos de diamantes más productivos en la historia del continente africano (Kimberley Diamond Mine 1869).
Una de las moralejas de esta anécdota verídica, es que, si el primer granjero hubiera tomado el tiempo de instruirse correctamente para identificar a los diamantes en su estado natural, y luego haber explorado detalladamente el pedazo de continente africano que ya poseía antes de ir a buscar a otro a lado; todos sus sueños más exóticos se hubieran cumplido increíblemente.
El mensaje más profundo de la historia es el concepto de que ‘todos tenemos una veta de diamantes en nuestra propia mente a veces sin saberlo’.
Frecuentemente estamos ocupados deseando el éxito de los demás queriendo copiarlo. Sin saber que tenemos un valor único dentro de nosotros mismos, y la extraordinaria capacidad de transformar nuestro entorno si así lo deseamos, con solo enfocarnos... Nuestras ideas, sueños, y objetivos de vida son diamantes en bruto que nacen en estado carbonizado de nuestra imaginación; y requieren de presión intensa (determinación), y mucha paciencia para que revienten en su resplandor completo.
Con solo explorar nuestra mente podemos generar ideas valiosísimas y únicas de cómo mejorar lo que nos gusta hacer; siendo todos y cada uno de nosotros pozos de diamantes en potencial.
Todo empieza con la reflexión interna.
Llamada también meditación, introspección, autorreflexión, filosofía de la mente; y se refiere a la capacidad que tenemos los humanos de pensar detenidamente con la finalidad de sacar conclusiones, y formular un plan de acción que nos lleve a donde queremos ir. Es la habilidad de juzgar (jamás a nadie más que a nosotros mismos) objetivamente nuestras creencias, paradigmas, e intrigas...y evaluarlas ante nuestros aprendizajes, y si es necesario desecharlas todas, ajustarlas y empezar de nuevo. Encontrando soluciones a las complicaciones de la vida en nuestra propia mente... como descubriendo diamantes explorando arroyos infinitos.
El obstáculo principal a la generación abundante de joyas de innovación de nuestra cabeza; es que por lo general no nos gusta pensar (que incluye a veces aprender a pensar (estudiar) y leer a los grandes maestros o examinar las filosofías inspiracionales para una verdadera instrucción).
Buscamos atajos, salidas fáciles, el mínimo esfuerzo, o que otros solucionen nuestros problemas y nos digan que hacer. O simplemente evadimos enfocarnos en lo que nos tiene consternados con actividades distractoras. Cualquier cosa para no escuchar esa voz interna que nos advierte, con miedo a platicar con nosotros mismos y aceptar el auto regaño si es necesario. A veces con mil problemas en la mente que requieren tiempo a solas, una pluma y un plan; salimos a distraernos a pensar en todo menos en lo que nos aflige. Nos escapamos de la realidad temporalmente de diferentes maneras, pero siempre regresando a un estado de estrés y todo por evitar el proceso (a veces doloroso si no se está acostumbrado) de pensar.
Siempre es más fácil copiar o robar.
Somos en general una especie que busca la comodidad sobre la trascendencia.
Sin embargo, aquellas personas que aprenden a encontrar los diamantes de la mente se llenan de bendiciones en todos los aspectos de su vida, y logran ideas únicas volviéndose colaboradoras en la creación. Consiguiendo éxitos que dejan enseñanza a muchos, beneficiándose no solo ellas, sino a todas los que las rodean.
Las personas más exitosas no lo son porque no tienen problemas, sino porque han aprendido a enfrentarlos y triunfar ante ellos. Cada derrota, fracaso, caída; son oportunidades de crecer para la persona resiliente quien se instruye a través de la reflexión interna.
En los deportes (como en la vida), curiosamente la reflexión interna llega más frecuentemente tras las derrotas. Ilustrando el dicho que ‘cuando ganamos festejamos, y cuando perdemos meditamos’, se tiende a evitar el cuestionar las razones de la victoria, aunque hayan sido circunstanciales, enfocándonos demasiado en marcadores, medallas y trofeos. Uno se puede engañar pensando que se está evolucionando obteniendo triunfos deshonestos, sin embargo, el crecimiento real es a la larga y se mide por el desarrollo positivo del carácter.
Y las derrotas nos sirven muchas veces para cuestionarnos: ¿Que estoy haciendo mal? ¿En dónde puedo mejorar? ¿Qué me falta para llegar a donde quiero estar? y perfeccionar nuestra personalidad forjándonos humildad y resiliencia.
Aquí la filosofía del progreso nos indica que cuando estamos venciendo a nuestros oponentes con facilidad, dejamos de aprender y debemos buscar contrincantes más fuertes que nos exijan madurar lo que nos hace falta. Como el perfeccionamiento de una espada forjándose al rojo vivo que requiere de muchos martillazos para agarrar su verdadera forma. La idea es siempre buscar antagonistas potentes que nos estiren al máximo y descubran nuestras flaquezas... y nos saquen el mayor filo. En cambio, ganar por ganar, sin ética, nos aleja de la ponderación y por el contrario alimenta el ego, produce orgullo y genera desprecio por los más débiles (a quienes debemos siempre ayudar).
En la academia SunCity CECAF constantemente estamos elevando los niveles de nuestros oponentes a quienes respetamos muchísimo. Prefiriendo enfrentar competencia cada vez más intensa que nos obligue a crecer afinando nuestras habilidades, y que nos motive a seguir trabajando con la cabeza en alto. Nunca buscamos marcadores ni títulos, sino el desarrollo del temperamento a través de la disciplina, la humildad y la perseverancia. Aspiramos a que nuestros alumnos sean nobles y reflexivos dentro y fuera de la cancha y que se distingan en la sociedad llevando nuestros valores ejemplares a donde quiera que vayan.
En conclusión, aunque en este mundo tan frenético resulte casi imposible detenernos a observar detalladamente dentro de nosotros mismos; ya existen muchos humanos a emular quienes meditan y auto reflexionan como parte de su rutina diaria: en estudios de yoga, en templos, en bicicletas en montañas, nadando en las piscinas, corriendo en la calle, estirando en parques, manejando en silencio, alejados en su rincón favorito a obscuras, recostados en el sofá, etc.
Estas son personas equilibradas quienes ya entablan ese dialogo interno personal, regañándose o felicitándose por las decisiones tomadas, evaluándose objetivamente, y silenciosamente haciendo planes o resoluciones con ellos mismos, motivándose a que todo va a salir excelente.
Caminando valientes sin miedo a equivocarse porque saben que los errores no solo regalan experiencia sino ajustan el camino a seguir.
Aquellas personas que ya dominan el arte de la reflexión nos dan el ejemplo a todos.
Les invito a meditar profundamente sobre cualquier cosa que les aflija sin miedo a desencadenar el inmenso potencial de nuestra mente, y les deseo que descubran dentro de ustedes las respuestas que buscan haciendo brillar los diamantes de sus resoluciones en acción.
Abrazo fuerte,
Mil gracias a nuestros patrocinadores por ayudarnos a servir,
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